Pese a que ya desde el sorteo de la ronda de octavos de final se adivinaba allá a lo lejos en el horizonte, el Clásico que enfrentará a doble entrega a Real Madrid y FC Barcelona por una plaza en la semifinal de la Copa del Rey tiene algo de inesperado. De inesperado, de atípico y tal vez, por qué no, de inoportuno. Inesperado, porque nadie a principios de temporada podía imaginar a ambos colosos dilucidando un pase de eliminatoria de manera tan anticipada y repentina. Atípico, porque resulta extraño e inhabitual ver a madridistas y culés midiendo fuerzas cuando aún nos encontramos a ni más ni menos que cuatro partidos de la final. E inoportuno, porque estoy seguro de que ninguno de los dos equipos tenía entre sus planes encontrarse con el máximo rival en un choque tan decisivo como éste a estas alturas de la temporada.
Como en el último Clásico disputado, puede que el Real Madrid parta con cierta sensación de favoritismo. Pero subrayo el hecho de ‘como en el último Clásico disputado’. La historia de aquel partido (1-3) es de sobra conocida por los lectores. En una muestra de incapacidad y de asimilación de inferioridad superior incluso a la del sonadísimo 5-0 del duelo liguero del Camp Nou de la pasada temporada, el conjunto de José Mourinho vio como, ni siquiera en su momento más álgido desde que el portugués se hizo cargo del equipo y ni aunque éste coincidiera con uno de los episodios más titubeantes del intachable Barça de Guardiola, sus opciones de romper con la hegemonía azulgrana de las últimas campañas se iban por el desagüe ante la atónita y sufrida mirada del Bernabéu.
Pero el papel de víctima le sienta mal al técnico madridista. Dice que haga lo que haga, alinee a quien alinee, será criticado. Exagera. Abre el paraguas antes de que empiece a caer la lluvia y se cura en salud ante lo que pudiera pasar. O eso, o directamente parte de la teoría de que su equipo, su plantilla, su Real Madrid, es inferior al FC Barcelona y sus posibilidades de éxito son escasas. Pero se equivoca. Sabe que si gana, y convence, no solo no será criticado, sino que será ensalzado como el hombre que consiguió dar el golpe de mando necesario para solucionar el imperio del caos que parece adueñarse del madridismo cada vez que tiene que medir fuerzas (y han sido unas cuantas en el último año) con el eterno rival.
Y ése es el principal temor con el parte el aficionado blanco ante este doble duelo copero. Teme que la distancia entre uno y otro equipo siga sin reducirse de manera considerable. Teme que Mourinho siga sin encontrar antídoto contra el peor veneno que ha conocido desde su llegada a España. En definitiva, teme que la supremacía azulgrana se prolongue en el tiempo y que el máximo rival salga fortalecido de un choque que debería servir para que el madridismo añada a su supremacía liguera, las matemáticas no engañan, un extra psicológico en relación con el gran rival. La Liga sonríe al madridismo, pero el enfrentamiento directo entre ambos equipos presenta claro balance blaugrana, hasta la fecha. Y en el Bernabéu, que espera una lección magistral de José Mourinho ante su rival maldito, hay ya ciertas urgencias por revertir la situación.
Parte el FC Barcelona como ligeramente favorito sobre las apuestas en bwin. La victoria azulgrana se pagaría a 2.50, por 2.65 de la victoria madridista y 3.40 del empate. Pronóstico sobre el 1X2 excesivamente incierto, pues. Que el Madrid consiguiese dejar su portería a cero, situación no excesivamente improbable tratándose de un partido de ida de una eliminatoria copera, cotiza una elevada cuota de 3.80. Atención también a una apuesta algo inhabitual pero que puede parecer muy jugosa. Si el Madrid venciera al descanso y el Barça remontara el resultado en la segunda mitad, imponiéndose al final del partido, se cobrarían 29 euros por euro apostado (idéntica cantidad que si la situación se diese a la inversa). Por último, el gol de Karim Benzema, el hombre más atinado de cara a puerta por el lado blanco, se pagaría a 2.70 euros, por 2 euros el gol de Messi.
No hay comentarios:
Publicar un comentario