Después de eliminar al Villarreal, el conjunto de Segunda B deja en el camino al Racing y se clasifica por primera vez para los cuartos de la Copa
El delantero
del Mirandes , Pablo Infante (delante), controla un balón ante la
oposición del defensa del Racing de Santander Álvaro González
El Mirandés es el nuevo Numancia, convertido en el equipo de moda por sus hazañas en esta preciosa Copa del Rey.
En una ciudad que no llega a los 40.000 habitantes nace la leyenda de
un equipo de Segunda B que se codea con los grandes, un pequeño con
aspiraciones porque va por la parte del cuadro en la que no hay cocos y
que le presenta una eliminatoria en cuartos contra el ganador del
Español-Córdoba de esta noche. El Mirandés, líder del Grupo II de
Segunda B, eliminó anoche al Racing de Santander y tiene hoy un espacio
en todos los informativos. Ganó en la ida (2-0) y empató en la vuelta,
el Mirandés es un gigante.
«El
nombre de Miranda en alto hay que poner», reza el himno de este club
fundado en 1927, irrisorio su presupuesto si se compara con los rivales a
los que le desafía esta Copa. Tiene 1,2 millones de euros y unos 3.500 socios
que hoy son los más felices del mundo, muchos de ellos presentes en El
Sardinero en una cita histórica. Se desplazaron doce autobuses y 1.500
gargantas burgalesas agitaron Santander. «Hurra, hurra, hurra el
Deportivo Mirandés», exclamaban, entregada una afición que respiró
tranquila cuando Pablo Infante dio continuidad al sueño.
Si
el Mirandés es el Numancia del siglo XXI, Carlos Pouso es el Miguel
Ángel Lotina de entonces. Dirige a un grupo de futbolistas descarados
que debatieron sin complejos ante un Primera como el Racing,
inapreciable por momentos la evidente desigualdad. De hecho, el Mirandés
dominó durante buena parte del primer tiempo y pudo sentenciar en una
oportunidad clamorosa de Pablo Infante,
empleado de banca que se revuelve como una estrella, ídolo en la ciudad
porque fue el mejor en los dos pulsos. Regateó a todo el que le salió
al corte y únicamente falló en el remate, muy bien despejado por Mario
cuando el gol estaba cantado. Hubiera resultado decisivo, pero su
momento llegó en la reanudación al transformar un torpe penalti de
Torrejón que confirmaba la gesta.
Para entonces, el Racing estaba
a un gol de la prórroga ya que se adelantó gracias a Munitis en su
vuelta a las celebraciones. Llevaba desde octubre de 2010 sin marcar y
estuvo hábil para meter la puntera, único momento de lucidez cántabra.
El Racing, pese a la necesidad, nunca dio la sensación de darle la
vuelta a la adversidad y mucho menos después de la exagerada expulsión
de Bernardo. Iturralde vio agresión en un salto que no era más que
falta. Amorebieta, Balompédica Linense, Logroñés, Villarreal y ahora el Racing de Santander, todos eliminados por un equipo que ya es leyenda. El Mirandés prolonga el hechizo copero.
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