Tres futbolistas han sido protagonistas destacados en el Emirates
durante los últimos ocho meses. Primero, Cesc Fábregas y su traspaso.
Luego, Jack Wilshere y la lesión de tobillo que ha causado que su último
partido date del pasado 4 de junio. Finalmente, Robin Van Persie y el
permanente estado de inspiración goleadora que vive desde hace quince
meses.
Dos aspectos han marcado sobremanera la carrera profesional de RVP: las
lesiones y la decisión de Arsène Wenger de situarlo como '9'. El
holandés estuvo acostumbrado durante muchos años a jugar como segundo
punta o escorado a una banda hasta que Wenger decidió que Robin sería el
'9' de su equipo. Las necesidades del guion obligaron a ello cuando
Emmanuel Adebayor fue traspasado al Manchester City. Corría el año 2009.
En noviembre de ese año, la adaptación de Van Persie a su nueva
demarcación era una realidad. Había sido capaz de anotar siete goles en
un lapso de siete jornadas. Sin embargo, durante un viaje con su
selección volvió a recordar al mundo del fútbol por qué era conocido
como un jugador de cristal. La enésima lesión de su carrera le alejaría
de los terrenos de juego durante cinco meses. Ni siquiera fue capaz de
llegar en forma al Mundial de Sudáfrica.
Sin embargo, algo cambió tras el verano de 2010. ¿Casualidad o causalidad? En septiembre y octubre de ese año fue la última ocasión en la que Van Persie se perdió varios partidos por lesión. Desde entonces, el holandés se ha transformado en uno de los mejores goleadores del planeta. Él, que era un injury prone, un delantero de cristal. La explicación a la evolución de su faceta como goleador la encontraremos bajo esos dos motivos: su nuevo rol de '9' y, principalmente, que las lesiones parecen haber recibido una orden de alejamiento por su parte.
He de reconocer que ni siquiera en mis previsiones más optimistas pude
imaginar que RVP sería algún día un delantero de 35-40 goles por
temporada. Esas son las cifras que va camino de conseguir en el presente
curso futbolístico: suma 26 en la Premier League y 33 en todas las
competiciones cuando todavía faltan dos meses para que se eche el telón a
la temporada. A veces una cifra vale más que mil palabras: 22 de los 52
puntos que acumula el Arsenal en la Premier le corresponden al dorsal
nº10. El paso al frente que ha dado Van Persie ha ayudado a mitigar los
efectos de la ausencia prolongada de Jack Wilshere. Pero no es ningún
secreto que depender de un futbolista no es lo ideal para un club. Y eso
le está sucediendo a los gunners.
Lo problemático es que Gervinho -en su último año en Francia anotó
quince tantos- sume cuatro goles, Theo Walcott cinco, Aaron Ramsey dos o
Marouane Chamakh uno. Añora el Arsenal las dosis goleadoras (datos de
Premier) que aportaban antaño futbolistas como: Cesc Fábregas, capaz de
anotar 15 goles; Robert Pirès, 14; Fredrik Ljungberg, 12; Samir Nasri o
Gilberto Silva, 10. La ausencia de un '9' suplente (Marouane Chamakh) de
mayor nivel es también una crítica recurrente en el entorno gunner.
En un ejercicio que pretendía saciar mis inquietudes y resolver mis
dudas, acudí a la actual clasificación de la 'Bota de Oro' para
comprobar el grado de dependencia goleadora que tienen los equipos de
los máximos realizadores del continente.
Que Robin Van Persie haya firmado 54 goles -60 contando los de su selección- desde el 1 de enero de 2011 es lo mejor que ha ocurrido en el norte de Londres durante este tiempo. Paradójicamente, RVP representa no solo lo bueno, sino también la incógnita que más preocupa actualmente a los aficionados del club: su futuro. Tres opciones se barajan: que renueve, que sea traspasado este verano o que abandone el Arsenal el 30 de junio de 2013, fecha en la que expira su contrato.
Cumplirá 29 años en agosto y sabe que está ante la gran oportunidad de firmar el mejor contrato de su carrera deportiva. El mejor. También es consciente de que habrá varios clubes interesados en él y de que sus opciones de ampliar su palmarés aumentarán si recala en un nuevo club dentro de unos meses. El riesgo de que se repita en el norte de Londres la misma historia que tantas veces se ha visto en el último lustro es una realidad. Para evitarlo, el holandés busca una mejora de su contrato y la promesa de que el equipo crecerá en las dos próximas temporadas. Si Arsène Wenger no es capaz de garantizar eso, el club se enfrentará a la simple delicada disyuntiva de decidir si es mejor traspasar al futbolista y obtener varios millones de libras por su venta o seguir contando durante un año más con la cuota goleadora de RVP y no recibir dinero por su traspaso.
Para el Arsenal, desprenderse de Robin Van Persie ahora o en 2013 sería deshacerse prácticamente de la mitad de los tantos del equipo. Será algo que el club tenga muy presente en las negociaciones: perder a RVP es perder al autor de la mitad de los goles gunners de los últimos quince meses.
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