Un artículo de @Carlos33Cervera*- David de Gea atraviesa el primer traspiés de su etapa en Old Trafford. El guardameta madrileño firmó en verano avalado por Alex Ferguson, y fue encumbrado como el sucesor de Van der Sar. Sin embargo, desde su llegada al fútbol británico sus actuaciones han tenido más sombras que luces. El madrileño no está a gusto y ha sido relegado a la suplencia a favor de Lindegaard e incluso cuando la recupera sufre lo que sufrió en Anfield. Su bajo rendimiento se debe a una serie de problemas que le persiguen desde hace meses y que debe solventar.
Problemas con la vista
Entre
ellos se encuentran sus problemas en la vista, de los que se han hecho
eco todos los medios de comunicación en los últimos días. Son ciertos y
pueden influirle negativamente, pero convive con ellos desde hace muchos
años. Está acostumbrado a esa deficiencia y sabe cómo combatirla y contrarrestarla.
Con ese inconveniente ha rendido por encima de las expectativas durante
los últimos tres años hasta ganarse a pulso su fichaje. Era algo
público, y Alex Ferguson ya lo conocía cuando invirtió en él más de veinte millones de euros.
Juego aéreo
Los verdaderos problemas de David de Gea son otros. El más importante y decisivo es su físico. En el juego aéreo y a balón parado los cancerberos de la Premier League se tienen que imponer por anticipación y por físico (véase el primer gol ante el Liverpool).
La diferencia de peso y fuerza entre el madrileño y la mayoría de los
delanteros y centrales es abismal, y esto le penaliza en el juego aéreo.
Necesita coger mucho músculo en poco tiempo para ser competitivo a
corto plazo. Para ello se exprime en el gimnasio con asiduidad bajo un estricto planing.
Aspecto psicológico
En el
apartado psicológico tampoco está acertado. En estos primeros meses ha
combinado buenas actuaciones con errores demasiados vistosos. Ha sufrido
fallos de concentración y de reflejos, quizás fruto de la presión que
conlleva el precio pagado por él y la ansiedad que supone mantener el
alto nivel impuesto por Van der Sar en los últimos años. Está lento y le falta chispa en sus movimientos. Su adaptación al estilo británico también le pasa factura.
Todavía no se ha acostumbrado al fútbol de las islas y, en ocasiones,
le cuesta interpretar y anticiparse a ese juego directo de balones
bombeados, prolongaciones y fútbol aéreo. El otro problema es Alex Ferguson. El manager de los ‘red devils’ confía en él. Su
gran parecido físico y futbolístico con Van der Sar o Schmeichel, el
intenso seguimiento que realizó antes de contratarle y el precio pagado
por él son pruebas fehacientes de ello. De Gea reúne las características que le gustan. Le ve como su guardameta para la próxima década.
Lindegaard
Sin
embargo, nunca se ha caracterizado por tener paciencia con los porteros.
es un amante de las rotaciones y las probaturas, y en los últimos años
ha cortado la continuidad de todos aquellos que fallaron (Ben Foster,
Tim Howard, Kuszczak…). Este caso no iba a ser diferente: le alterna con Lindegaard.
El nórdico ha defendido la portería durante las últimas semanas, pero
su edad (27 años) y su proyección distan mucho de lo que se espera del
madrileño. El diagnóstico es evidente: continuidad, trabajo y paciencia. El tiempo pondrá las cosas en su sitio y le dará a De Gea el protagonismo que merece.
Para ello Ferguson tiene que demostrarle cada semana que cree en él y
que es su portero. Este período sólo es una fase más en su crecimiento
como futbolista. Un proceso habitual de adaptación habitual en un
futbolista tan joven, que le hará madurar y pulir sus condiciones como
guardameta
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